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Hotel Palacio de Villapanés

El otro día un amigo me dijo: Sevilla nunca se acaba. Él, sevillano de pura cepa, lo dijo que como si fuera obvio. Pero la verdad es que a menudo olvidamos la historia y el rico patrimonio de esta ciudad única. Sevilla está llena de iglesias, de palacios, de jardines … y la historia la ha convertido en una de las ciudades más importantes de Europa. Así que sólo puedo estar de acuerdo con mi amigo: Sevilla, como dicen de París, nunca se acaba.

Hoy quiero hablar de una joya. El palacio de Villapanés fue construido por el Almirante Manuel López Pintado en 1728. Fue la residencia del Marqués de Villapanés, que vivió allí hasta principios del siglo XXI, cuando fue transformado en un hotel de 5 *. Con vistas a la plaza de Santiago, la fachada principal es austera, con un gran balcón bajo el cual se encuentra el escudo de la familia. Sin embargo, después de cruzar la puerta, el patio principal borra de un plumazo esta primera impresión: las paredes blancas y las columnas de mármol, el sonido del agua en la fuente central, las grandes plantas tropicales dispuestas alrededor …. la austeridad externa se convierte en sencillez y elegancia, en consonancia con la tradición de los patios andaluces. El resto del hotel está también impregnado de este espíritu, tanto por los elementos arquitectónicos originales como por las obras realizadas durante su transformación. El blanco y el negro se suceden en los pasillos y pasarelas alrededor del patio, dibujando motivos geométricos en los suelos de mármol. Pasado y presente confluyen en un entorno equilibrado y tranquilizador. Chic a la sevillana.

Me recibe Martina, francesa de origen pero sevillana en el corazón. Dirige este hotel imprescindible donde lujo es sinónimo de discreción y sencillez. Profesional y eficiente a la vez que cercana, esta guapa francesa me ha reservado una de las habitaciones más bonitas que puedan existir: la suite Torreón. Ocupa el antiguo palomar del palacio, en lo alto de una torre en el ala sur de la casa. Alrededor, grandes ventanales, protegidos por cortinas, ofrecen las mejores vistas del centro histórico. El hermoso artesonado del techo, a más de 5 metros de altura, refuerza la impresión de estar suspendido por encima de la ciudad. Y luego está la luz de Sevilla. Desde el amanecer hasta el anochecer, inunda este espacio etéreo, jugando con las superficies y los ángulos de los muebles: mesas,  butacas y lámparas revelan así sus líneas de diseño.  Me fascinó el contraste entre la vista sobre los tejados y las torres barrocas de la ciudad antigua por un lado, y este interior depurado por otro. La terraza privada y la bañera de mármol (original de la casa) subliman la idea de un lujo tranquilo y sin artificios innecesarios.

El personal del hotel fue muy atento en todo momento, sin ser intrusivo. En consonancia con el espíritu de la casa, los empleados en la recepción, así como en el servicio de habitaciones, demostraron una actitud profesional y discreta. Pude disfrutar del spa, de la terraza común (excelentes vistas y una pequeña piscina!) y de uno de los mejores desayunos de la ciudad, servido en una sala del palacio cuyas paredes han conservado los azulejos originales. Después, vuelta a la burbuja de mi habitación, en las alturas de Sevilla, lejos de todo pero cerca del cielo de Andalucía.

www.palaciovillapanes.com

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