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The Exvotos

El otro día le puse a mi novio francés la película Ocaña, retrato intermitente. Él nunca ha visitado Andalucía y siempre he pensado que el artista de Cantillana es uno de los mejores médiums para entrar en contacto con la cultura popular y el espíritu andaluces. En un momento de la película, Ocaña dice que Andalucía es « un gran cuadro surrealista. » En abril de 2020, durante esa Feria que no pudo ser, Daniel y Luciano, The Exvotos, crearon una pieza de cerámica que representaba a una payasa vestida de gitana. Esta pareja de artistas fundía con maestría y espontaneidad dos aspectos esenciales de la fiesta: la reivindicación del folklore y el gusto por la teatralidad. « La vida sin humor no va a ninguna parte. Nosotros lo cultivamos sin forzarlo, de forma natural. Además, podemos ser muy irónicos. Nuestro humor es surrealista. » Ellos en su casa del centro de Sevilla y yo en mi apartamento en París, Daniel, Luciano y yo invocamos al espíritu de Ocaña. « La vida misma es un gran contraste y Andalucía tiene mucho de eso: la sangre y el oro, la lágrima y la corona », afirma Luciano.

El arte

Los Exvotos son los enfants terribles de la creación sevillana. Su trabajo mezcla tradición y modernidad y juega con la religiosidad popular y con el paganismo. El metal, la madera y, sobre todo, la cerámica se transforman entre sus manos en piezas cargadas de humor y de sofisticación. Sus referencias recorren el Barroco y la Antigüedad, las vanguardias, el misticismo e incluso el kitsch. Un torrente de genio andaluz. « Nosotros no buscamos la perfección, creemos mucho en la espontaneidad. No nos interesa lo perfecto, lo simétrico. Nos atrae la asimetría, lo impuro, lo ajado. Esa maravillosa imperfección que termina siendo doblemente bella. Lo que más me gusta pintar son bizcos. De hecho, son las piezas que mejor vendemos », explica Daniel. « Nosotros no vedemos humo. Somos amantes de la belleza y tenemos una idea concreta de lo que nos gusta, pero también nos dejamos llevar por el momento. Tiene que ser fresco. Buscamos la chispa, la autenticidad, la luz. La luz natural lo es todo. Aunque no lo parezca, no nos gusta el artificio. Por ejemplo, la serie #lahoradelafruta, que publicamos regularmente en nuestro perfil de Instagram, nace de un hábito que realmente forma parte de nuestra rutina diaria. » Los Exvotos hacen de la vida una obra de arte. No solo en lo material: ser recibido en su taller constituye una experiencia teñida de espíritu costumbrista y, al mismo tiempo, enteramente cosmopolita. Cada visita tiene algo de ritual iniciático bajo el signo de la naturalidad y, en definitiva, del arte.

El taller

Situado en el norte del casco antiguo, el taller de Daniel y Luciano es un lugar de peregrinación para connaisseurs. Un auténtico cabinet de curiosités donde, cuando no tiene visitas, la pareja trabaja en un ambiente monacal. La exuberancia de las piezas contrasta con la concentración que se respira. #quieroelconvento es de hecho el hashtag que más repiten los Exvotos últimamente en las redes sociales. « Somos conventuales en cuanto a nuestra rutina. Es el estilo de vida que nuestro trabajo necesita y también al que aspiramos: la vida de los monjes, centrada en rezar y en trabajar. La oración tomada como una meditación, un estar en contacto con uno mismo. » Daniel y Luciano vuelcan toda su energía en encontrar un lugar en el que alcanzar este ideal. « Comprar una casa en la que que el trabajo se fundiera con la vida. » Tras el confinamiento, parece que todo el mundo anda detrás de lo mismo: la demanda de viviendas con patio, terraza o jardín se ha disparado. « Hace años que quiero comprar un espacio al aire libre que solo sea mío y ahora parece que todos quieren el convento », exclama Luciano. « No hay nada que nos guste más que un horizonte. Lo que más me remueve les entrañas es la Campiña sevillana: un olivar, una tierra carma, los paisajes de mi infancia, la Vega de Carmona. La naturaleza es una de nuestras mayores fuentes de inspiración, pero porque la anhelamos. »

La ciudad

Entre el centro, donde viven, y la Macarena, donde trabajan, la cotidianidad de los Exvotos se reparte entre dos Sevillas bien diferentes. « Vivimos en la zona cero de Sevilla: una ciudad bellísima y alegre pero anónima. No hay barrio, no hay convivencia. Durante los aplausos de las 8, éramos pocos los que salíamos a la ventana porque todo son apartamentos turísticos que, durante el confinamiento, estaban vacíos. Por el contrario, San Luis es un barrio de verdad, con personalidad », sentencia Luciano. « Sevilla ha cambiado muchísimo. Cuando nosotros llegamos, era una ciudad ensimismada, parada. De repente, todo empezó a apoyarse en el turismo y eso tuvo consecuencias en el precio de la vivienda y de los locales. » Daniel añade: « Sevilla está muy descafeinada. Hemos conocido una Alameda, una Carbonería, unos ambientes que ya no existen. Quedan reductos, pero tienes que saber encontrarlos. Se ha perdido la autenticidad. Lo comprobamos cuando vamos a nuestros pueblos y vemos que allí sigue existiendo vida de verdad. » Luciano abunda: « Una ciudad no son solo sus edificios, sino sobre todo su gente. Los turistas vienen hoy a Sevilla como quien va a Disneylandia. ¿En Disneylandia vive alguien? No, ¿verdad? Pues en el centro de Sevilla ya tampoco vive nadie. »

Epílogo

« A veces nos encontramos a la Esmeralda por la calle (« sois los muñecos de la tarta »). Esos momentos nos dan la vida y nos devuelven aquella Sevilla. Grandes figuras como ella no reciben la atención que merecen. Sevilla puede ser muy dejada y olvidadiza. Ocaña se fue a Barcelona y brilló. » Una vez acabadas, la mayoría de las piezas de The Exvotos viajan fuera de Sevilla. El genio que esta ciudad amamanta sigue encontrando su mejor público en otros lugares. « También es verdad que aquellos personajes geniales siempre han abundado en Andalucía. Eran parte de la vida cotidiana y tal vez por eso no se les cuidó, y no se les cuida, como es debido. »

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