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Yukiko Kitahara

Una radiante mañana de agosto visito la casa-taller de la artista japonesa Yukiko Kitahara en un pueblo del Aljarafe. La vivienda cuenta con una bella alberca alimentada por un caño de agua oculto entre la vegetación. El tiempo parece quedarse fuera. En la planta alta, Yukiko trabaja, de lunes a domingo, mañana y tarde, las piezas de porcelana que comercializa en tiendas y museos de Andalucía y del resto de España. Sentada frente a una ventana con vistas a Sevilla y a la vega del Guadalquivir, moldea minuciosamente tiburones, monos, elefantes, caballos… Un zoológico en miniatura que trepa por los bordes de los bols, de las tazas y de los vasos. La poesía se apodera de lo utilitario. En las estanterías reposan las piezas antes de pasar por el horno. El bizcocho, ese estado pastoso de la porcelana tras la primera cocción, vuelve aun más delicado este mundo a pequeña escala, que parece que fuera a cobrar vida al apagar la luz del taller. 

Originaria de Aichi, región japonesa con una gran tradición cerámica, la artista se formó en la Escuela Superior de Seto. En Andalucía, pasó primero por Granada y por las Alpujarras. Al llegar a Sevilla, su primer impacto visual se produce en la Plaza de España. «Era como visitar Disneylandia. Nunca había visto la cerámica utilizada en la ornamentación exterior de edificios.» Tras trabajar en la restauración del monumento, Yukiko comienza a plantearse la posibilidad de crear su propia firma. Así nace Taller Kúu («cielo» en japonés). «Los vasos y platos de papel en una fiesta de cumpleaños me hicieron reflexionar sobre el concepto de «usar y tirar», tan presente en nuestras sociedades. Luego, los juguetes antiguos que colecciono desde hace años, como muñequitos o animales, me inspiraron el lado escultórico de mis piezas.» Sacar de contexto objetos cotidianos, reinventarlos. Ese es el objetivo. Así, un bote vacío de Cristasol se convierte en una aceitera con reminiscencias Art déco. Lo desechable se dignifica gracias a la porcelana. «Aunque aparentemente es frágil, la porcelana tiene una gran fuerza. Mi abuelo me decía que yo tenía que ser así: delicada y resistente a la vez.» Junto con la nostalgia por el pasado y la reflexión sobre los usos y costumbres de la modernidad, la naturaleza es la tercera fuente de inspiración evidente en el trabajo de Yukiko. Sus piezas cuestionan nuestro modo de estar y de relacionarnos con el mundo. «La porcelana está viva. Al igual que ella se adapta a la forma que le impones, tú tienes que adaptarte a ella, tienes que respetar su carácter, que depende de muchos factores.» Desde su creación en 2012, Taller Kúu ha conseguido consolidar una identidad rápidamente identificable, que cuenta con verdaderos coleccionistas actualmente. La recepción por parte de la clientela sevillana también ha evolucionado con el tiempo. El recelo inicial ante lo nuevo se ha transformado en abierta curiosidad, cuando no en verdadera admiración: «Los japoneses valoran mucho lo hecho a mano. Aquí es diferente, aunque las cosas están cambiando.» Prueba de ello es que el puesto de Taller Kúu en el mercado de Navidad de la Plaza Nueva es de los más visitados. Mientras tanto, Yukiko sigue moldeando la porcelana desde su taller abierto al Guadalquivir. «La cerámica es mi vida. Cuando trabajo, me concentro tanto que me olvido del tiempo. Simplemente no existe.» Quizás ahí resida el secreto de estas piezas: hacernos salir del tiempo mientras tomamos una taza de té.

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