comentario 0

Cordonería Alba

Forrar un cordón se dice entorchar el alma. Esto me lo explica Jesús la mañana que visito su mítico local en la calle Francos. Entrar en este espacio de unos pocos metros cuadrados es hacer un viaje en el tiempo. Detrás de un mostrador recubierto de estampas de cristos y vírgenes, Jesús está cosiendo uno de sus cordones. De las paredes cuelga todo tipo de trabajos de pasamanería: caireles, borlas… Más santos, esta vez enmarcados, observan la paciente labor que aquí se lleva a cabo. Este negocio lleva aquí desde 1904, en manos de la misma familia. Jesús me detalla la diferencia entre una cordelería, cuyo proceso de fabricación es industrial, y una cordonería, donde todo es elaborado de manera artesanal.

Ranilla, urdidera, devanadora… así se llaman las máquinas, algunas con 150 años, que se utilizan en este establecimiento. Términos de otra época, cargados de magia y poesía. Jesús las saca a la calle algunas mañanas para entorchar o para trenzar un cordón. Los viandantes se paran a mirar; los turistas hacen fotos. La Giralda se asoma al final de la calle. Parece un milagro que esta escena ocurra en Sevilla, una ciudad tan olvidadiza, tan ingrata con sus artesanos. El sonido de la máquina y el brillo de los hilos de oro tendidos al sol conforman un momento de gran belleza. Hay algo desafiante en esa imagen: el hecho de sacar el trabajo manual a la calle supone una pequeña revolución en estos tiempos digitales. También algo reconfortante, familiar, el recuerdo de una época que no vivimos pero en la que fuimos más felices.

Jesús me confirma la importancia de las hermandades en la pervivencia de los oficios. Una parte importante de los encargos que recibe tiene como objetivo embellecer las imágenes de la Semana Santa. Es hermoso el vínculo que existe en Sevilla entre las cofradías y la artesanía. Una relación de dependencia que tiene sin duda su contrapartida. El espigao, una forma de trenzado, es la marca de la casa. Los cordones de este tipo han salido todos del taller de la calle Francos, el único que los entrelaza así desde hace años, conectando de esta manera a varias generaciones de sevillanos.

Calle Francos, 38

Responder