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Garlochí

Lo local no está reñido con lo universal. Garlochí, el mítico bar de la calle Boteros, es un santuario en honor del Barroco sevillano. El universo de la Semana Santa, con sus vírgenes, sus encajes y sus dorados, ocupa hasta el último rincón de este espacio que, paradójicamente, es uno de los lugares más cosmopolitas de Sevilla. Tomarse algo en Garlochí es como asistir a una clase sobre idiosincrasia sevillana en una universidad abierta a todos. Su clientela más que heterogénea se codea en la barra con total naturalidad, produciendo contrastes insólitos e inesperados. Como la ciudad y la vida mismas.

Entre París y Sevilla, la siguiente charla invita a Miguel Fragoso, el artífice de todo esto. Su talento y su dedicación moldean desde 1978 el interior y el espíritu de un lugar en el que cabe buena parte de la ciudad. ¿Qué fue antes: Sevilla o Garlochí?

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